Las claves ante las dificultades de aprendizaje: detección temprana y colaboración entre todos los agentes educativos

Artículo de la Orientadora Delia Gigante

 

La vida de muchos niños y adolescentes se encuentra condicionada cuando tienen dificultades de aprendizaje. Según la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, los trastornos de aprendizaje se engloban dentro del grupo de Trastornos del Neurodesarrollo, que responden a trastornos con origen en el período del desarrollo caracterizados por déficits en éste con dificultades en áreas específicas o limitaciones globales en lo personal, social, académico o en el funcionamiento ocupacional. Podemos clasificar los trastornos de aprendizaje en los siguientes:


Trastorno de la lectura
Se caracteriza por un rendimiento en precisión, velocidad o comprensión de la lectura que se sitúa por debajo del esperado en relación a la edad cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia y la escolaridad propia de su edad. Diferenciamos entre Retraso Lector y Dislexia.


Trastorno de la escritura
Trastorno que afecta a la exactitud en la escritura de palabras, a la sintaxis, composición o a los procesos grafomotores; las habilidades para escribir, se sitúan sustancialmente por debajo de las esperadas dadas la edad cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia evaluada y la escolaridad propia de su edad.


Trastorno del cálculo
Trastorno en que la capacidad para el cálculo, evaluada mediante pruebas normalizadas administradas individualmente, se sitúa sustancialmente por debajo de la esperada, dados la edad cronológica del sujeto, su coeficiente de inteligencia y la escolaridad propia de su edad.


Tener dificultades de aprendizaje no es sinónimo de no poder aprender. Los alumnos que tienen dificultades de aprendizaje aprenden de manera diferente. Para poder enfocar la manera de enseñar a esos alumnos es importante detectar de modo temprano cuáles son sus fortalezas y sus debilidades. El diagnóstico precoz orienta la intervención y favorece la motivación del alumno hacia el aprendizaje. Cuando el niño comienza a entender qué le ocurre y que lo que le ocurre no le pasa a él solo y, lo más importante,que tiene solución y no está solo, se siente mejor, más seguro y eso le ayuda a aprender y a esforzarse por superar esas dificultades que frenan su desarrollo.


Para tener un diagnóstico claro es fundamental la coordinación entre los ámbitos familiar, escolar y clínico. La colaboración familia-centro educativo es vital para el desarrollo favorable de los alumnos que manifiestan dificultades de aprendizaje. Cuando padres y docentes van de la mano, los alumnos no se sienten desorientados y no perciben que en casa se hacen las cosas de una manera y en clase de otra.
La detección temprana y la colaboración entre todos los agentes que intervienen en la educación del niño es una victoria para todos, alumnos, familias, docentes, orientadores, e incluso para el sistema educativo, ya que se evitan situaciones que pueden acabar en fracaso escolar o problemas emocionales derivados de la atención adecuada y orientación especializada.


.

 


Volver