"Lo suyo es que al hacernos padres integremos con mayor peso una perspectiva hacia el futuro en nuestras finanzas"

Artículo de opinión

Cornelia Jagsh - coach financiera

 

La llegada de un bebé a la familia, lo cambia todo, ¿verdad? Tiene, entre otras, un impacto en nuestras finanzas, aunque el aspecto monetario no sea un punto en el que nos guste mucho pensar. El dicho dice que “un bebé viene con un pan debajo del brazo”. Es cierto que un niño siempre trae infinita alegría al hogar, pero no siempre aumenta la solvencia de nuestra economía familiar. Como bien sabemos, con la llegada de un niño suelen aumentar nuestros gastos. Este hecho en sí es completamente neutro, ya que el dinero sólo es un medio. En cambio, en el momento que el dinero llega a ser una preocupación, sí que tiene un impacto perjudicial en toda la vida familiar. Para ello, lo suyo es que al hacernos madres/padres integremos con mayor peso una perspectiva hacia el futuro en nuestra gestión financiera.

En todos los aspectos de la vida somos un gran ejemplo para nuestros hijos. Lo que decimos sólo tiene un impacto limitado, mucho más importante es lo que hacemos y lo que pensamos, aunque creamos que nuestros hijos no conozcan nuestros pensamientos. Transmitimos a nuestros hijos nuestras opiniones, nuestros pensamientos, nuestros hábitos, actitudes y conocimientos. La economía doméstica suele ser un tema sobre él que se habla poco en familia. Sin embargo, queda perfectamente clara nuestra postura ante el dinero. Preguntémonos honestamente: ¿vivimos y transmitimos pensamientos de escasez o de abundancia?, ¿somos un ejemplo a seguir en cuanto a nuestros hábitos financieros y nuestra actitud orientada a recursos y soluciones? El afán de conscientemente ser un ejemplo a seguir, nos hace pararnos y reflexionar más ante las decisiones y acciones que tomamos. Ser un ejemplo a seguir en este tema es un gran reto, porque comúnmente no contamos con educación financiera. Igual que les ocurriera a nuestros madres/padres aprendemos muchas veces en base a nuestros errores y equivocaciones. Queremos lo mejor para ellos, sin duda, pero no sabemos qué es realmente lo mejor en temas de dinero. ¿Está bien que les compremos todo lo que nos pidan?, ¿es pedagógico compensar los logros económicamente?, ¿qué transmitimos si pagamos a los niños por su “buen trabajo escolar”?, ¿en qué valores nos basamos con nuestra gestión financiera, asumiendo que la educación en valores es clave?

¿Quieres vivir bien ahora o en el futuro? Este tipo de preguntas me pone siempre los pelos de punta. ¿Por qué nos quieren hacer creer que sólo hay dos opciones? Claro, ante cualquier dilema nos agobiamos. Decidimos y actuamos bajo presión. Siempre que oigo “carrera o hij@s”, “trabajar o disfrutar”, “dinero hoy o dinero mañana”, “ahorrador o derrochador”, pienso y – si hace falta – digo en voz alta: ”¡STOP!” Podemos LIBERARNOS de estos dilemas. Si tú mismo defines tus objetivos y analizas qué opciones – ¡siempre hay más que dos! – tienes para alcanzarlos , puedes desarrollar una estrategia personal que perfectamente te salve de quedarte estancado en dilemas y de tomar decisiones equivocadas porque no estén alineadas con lo que queremos conseguir. Una estrategia financiera exitosa, por ejemplo, es la que partiendo de tu situación concreta equilibra el corto, el medio y el largo plazo.

Hacernos “mayores” también nos pone ante preguntas que antes posiblemente no nos importaban. ¿Cómo vamos a vivir cuando ya no podamos generar ingresos por edad o por problemas de salud?, ¿cómo van a variar nuestros gastos a lo largo de la vida, por ejemplo, cuando nuestro hijos vayan a la universidad? Todo ello hace patente que las finanzas son un tema que incumbe a toda la familia. Lo suyo es romper con el tabú de hablar de finanzas en familia e integrar a toda la familia también en la cuestiones financieras, así aprendemos todos.


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